Fotogramas

Limpios y relucientes, así me gustaba llevar siempre los zapatos. Mi mujer se reía y solía decir que, de lo inmaculados que estaban, hasta podría comérmelos como hacía Chaplin en aquella película. Aún hoy recuerdo los buenos ratos que pasamos juntos viéndola en el cine, y últimamente, incluso en los peores momentos, todavía veo su sonrisa enfrente de la gran pantalla. Sin embargo, en esta soledad bajo el puente, ya sin fuerzas para llegar al vertedero, resoplo mirando mis zapatos. No sé cuál de los dos me comeré primero.

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